TRADICIONES Semana
Santa en Lahiguera
Me limitaré a destacar sólo la lección de catequesis dictada durante la Semana
Santa por Los pregones y El paso, tradiciones ambas de honda raigambre
que destacan sobre tantas otras de carácter popular y tradicional. Los pregones y El paso del
Viernes Santo (viernes de dolor) no son como pueda parecer- actos distintos
e independientes, sino dos cuadros de una misma pieza, de una misma
representación: la primera, cantada y en la iglesia; la segunda, representada
por las imágenes y en la calle. Concluye la representación el Domingo de
Resurrección (domingo de amor) con El encuentro de un Jesús resucitado y una Madre envuelta en azules.
Con infinitas variantes, la
tradición de los pregones de Semana Santa se reparte por toda la geografía
española. La representación plástica y el contenido de los mismos, toda su
liturgia, se enmarcan dentro de la ortodoxia postridentina y se generalizan
durante el siglo XVIII. Los pregones cantados en
Lahiguera sólo son tres: 1) Confortación del ángel, 2) Sentencia de azotes, y
3) Sentencia de muerte. La construcción formal de los mismos difiere entre el
primero y el segundo con respecto al tercero, ajeno en metro a los dos
precedentes. Mientras que 1 y 2 son piezas romanceadas en versos octosílabos,
3 se ajusta al endecasílabo. Debe tenerse en cuenta que la transmisión oral
de los mismos ha ocasionado alteraciones en el metro y en la rima que sólo un
estudio comparativo podría recuperar los textos originarios, si no es que se
trata 1 y 2 de piezas procedentes de una representación bien diferente a 3. Después de una treintena de
versos, la Confortación del ángel recoge el dogma de la redención: Y así es preciso que
mueras para borrar el pecado de Adán y su
descendencia. A pesar de esta condena a
muerte, la Sentencia de azotes o segundo pregón supone el reconocimiento
explícito de la inocencia de Jesús. Pilatos quiere enmendar la parcialidad de
los jueces, pero la turba lo obliga a dictar castigo: Quizá, viéndote
azotado, haya quien se
compadezca. Es cuanto puedo hacer, a favor de tu
inocencia. La conclusión de toda esta primera parte del acto religioso se
cierra con la definitiva Sentencia de muerte. Un Pilatos con ánimo bien
distinto- se dirige de nuevo a Jesús para relatarle los pormenores de su
calvario. Nuestro Padre Jesús Nazareno de soberbia talla y
conmovedora expresividad- carga con resignación su cruz abandona el palacio
y tribunal donde ha sido inmisericordemente
juzgado (vid Berdonces 1994). Se inicia entonces la procesión de Jesús
Nazareno. Comienza con ella el cuarto pregón, ahora representado, no cantado.
El templo que deja sus puertas de par en par- mantiene en recogimiento a
quienes prefieren el rezo, ahora puesta la mirada en el Señor de la Capilla.
La devoción a esta imagen torna breve la vuelta del cortejo. Se acompaña la
espera de goce estético que proporciona contemplar una imagen de perfecto
trazado, de realismo inigualable, de cautivadora belleza... tan extremo en
todo que fortalece a quien la mira. Rayando el alba -¡hace décadas
que no ocurre así!-, Jesús llega en radical soledad a El Cerrillo . Va a
tener lugar la carrera, el paso o el encuentro, tres formas de llamar a este cuarto
pregón. Debo recordar que con el nombre de el paso se conocen otros pueblos
jiennenses la pieza cantada en la que María se dirige a Jesús con la cruz a
cuestas. Es también el encuentro que sin diálogo y en movimiento no hay
parroquia que no recurra a representar en la lonja de la iglesia. En
Lahiguera la liturgia procesional se torna ferviente espectáculo: las
imágenes de María y de san Juan Evangelista, tras subasta de las
andas entre devotos y protocolos de cortesía reverencial plenos de colorido-,
emprenden veloz carrera hasta encontrarse con Jesús. La devoción contenida
brota entre la feligresía. La devoción no estalla en júbilo hasta ver a las
imágenes frente al Nazareno elevadas al cielo y sin menoscabo. No dudo que tiempo atrás,
y antes de continuar la procesión hasta el palacio tribunal, tuviera lugar
el cuarto pregón cantado. Esta puede ser la justificación por la cual los
vecinos emplean el paso para denominar lo que es la carrera. En el domingo de amor, el
oprobio de la cruz se convierte en triunfo. Vuelve a trazarse el mismo
recorrido procesional del viernes de dolor. Se repite la estación de Jesús Resucitado en El Cerrillo, y tras subasta y protocolos ocurre la
carrera de María hacia el encuentro
de su hijo resucitado, con su recuperado. En este día, san Juan tampoco ha
abandonado a la Madre del Maestro. Los pregones de la
madrugada del Viernes Santo se cierran teñidos de azul de resurrección
inigualable.
( Texto enviado por Fco Pérez Catalán) (Realización y
diseño de ATS) |